
Como operación delicada que es, los poetas comienzan a roer la realidad con tal delicadeza e inocencia que nadie, juraría,
creería que eso es lo que sucede. Se desmontan los mecanismos del pensamiento. La orfebrería mental se desvanece. La realidad se aleja del corazón.
Desaparece el placer. (Otra manera de verlo: el mundo se aleja de los hombres porque el mundo los sobrepasa en inteligencia, veut dire: la Tierra piensa.) Se destruye la tapa de lo razonable:
el cerebro estalla. Entonces la vuelta de tuerca, el golpe de efecto, retroceso para la ironía: se ha ido, se ha ido, repite la voz: se ha ido un hombre viejo que al enfrentar su vejez decidió arrancar de la muerte un argumento: la revelación de un misterio: ver lo que no existe.
(Victor Redondo)
2 comentarios:
Hay que darle más tranquilidad al cerebro para que no estalle, pensar lo justo ni más ni menos
No todo lo contrario hay que darle actividad para que no se atrofieeee
Publicar un comentario